lunes, 21 de mayo de 2012

ultima parada: Deseo

El hombre del bate miraba inexpresivo el cuerpo casi desnudo de aquella mujer,
- ¿está bien?- preguntó al hombre desnudo que le veía incrédulo

-No lo se-

el del bate no dijo nada sólo miró fijamente.

 el otro comenzó a hablar de pronto como impulsado por una fuerza sobre humana
-me levante de madrugada, sabía que aquel silencio no podía significar nada bueno, no en la ciudad de México, no a las 4 de la mañana cuándo las ambulancias comienzan su rutina fúnebre entre los ejes recogiendo los restos de la normalidad citadina, me levanté de golpe, y me detuve un poco sobre la puerta de la recámara, aún conservaba puestos los calcetines, tenía jaqueca y no estaba en casa, el alcohol que aún seguía en mi organismo me hizo correr a la ventana para expulsarle con algo de una cena que no recordaba haber tenido; y entonces lo vi, a lo lejos millones de fogatas inmensas, autos colapsados, cuerpos mutilados,
¿cuánto tiempo había dormido en aquel sitio?, ¿que demonios le había pasado a todo el mundo, intenté caminar a la cocina, pero un ruido de cristales me paralizó por completo, algo como una sombra se alzaba en el vestíbulo de aquel apartamento desconocido y entonces recordé, era ella debía serlo, pasamos varios días rondando por las periferias de ciudad, conociendo bares uno más horrendo que el anterior y sobre todo más sucios; me tranquilizó saber que no estaba solo y caminé hacia ella - has visto allá afuera?- pregunté
-al parecer todo mundo se ha vuelto loco- pero no hubo respuesta, su figura seguía estática en el pasillo, ahora podía ver su ropa interior y la bata resplandeciendo con la luz de la madrugada, me acerqué, confiado, aún no se como no me di cuenta a tiempo, sería el alcohol que me ha ido dejando un poco ciego o que ya me he acostumbrado al olor de la putrefacción, pero en menos de dos segundos ya la tenía encima de nuevo, esta ves no hubo preludio ni besos solo un golpe seco sobre el pecho, y sus diente dios sus dientes eran lo peor, no tenía mandíbula y de los frontales colgaba directa su lengua desangrada, sentí los rasguños, trate de quitármela, pero tenía miedo, sus ojos Dios, no puedo  ni siquiera volver a imaginarlos, estaban ahí sin estar con esa nube horrenda y blanquecina creciéndole más y más. hasta, de algún lugar de mi cuerpo decrépito saque algo de fuerza y la arrojé lejos, los brazos aún me sangraban, ¿lo ven?,
Dios, no se como bajé las escaleras y salí a la calle, pero ella no dejaba de seguirme, suerte que tuve de encontrarte, sí no jamás hubiera podido escapar-

el hombre del bate le miraba sin parpadear, - se siente bien?- dijo de pronto
-claro, Dios mío siempre pensé que moriría gracias a las mujeres pero jamás de esa manera-  el hombre del bate sonrió y pronunció entre dientes algo así como una disculpa.

Un golpe seco erizó el pelo de un perro que se alimentaba de una cabeza cercenada no muy lejos de ahí; la sangre bañó los cristales de la puerta del edificio, los ojos aún incrédulos del hombre miraban fijamente unas botas vaqueras que caminaban sin detenerse cada vez más lejos de ahí.

FIN

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