lunes, 10 de octubre de 2011

texto para polillas y mesas de madera

Me siento sobre la mesa, ahondando en viejas paranoias, con los cigarros intactos
y un vaso servido.
la mirada se me pierde en el horizonte de varios nombres y ciudades desconocidas, gente que amo para siempre, gritos lejanos, el murmullo de una radio encendida a las 6 de la tarde.

el domingo se vuelve de un gris pálido, nada significan las palabras o la lluvia
al anochecer, perdí de pronto una insignia de amistad, la dejé como acostumbro, sin envolturas, llena de miedos, esperanzas encapsuladas y pizzas de microondas, nadie quiere pagar los platos rotos, pero sigo arrojando los vasos al suelo, como si me liberara en la soledad.

una lámpara de escritorio se funde, la red se cae mientras millones de usuarios se soban las cabezas y miran hacia otro lado.

Dejémonos ya de infantilismos, vayámonos lejos, hacia el sur, como en desbandada, regalémonos de nuevo las madrugadas y los días de lluvia, tomemos otras casas, arriesguémonos antes de besarnos, escribamos mas notas, rompamos menos corazones.

O sentémonos juntos en la mesa, ahondemos, miremos horizontes, despidámonos de mano como si nos conociéramos, como si alguna vez nos hubiéramos amado.

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