Déjate

Quisiera hacerte sentir paz de vez en cuando, que me creyeras, que dejaras de temerme.
No te quiero para mi, ni conmigo, ni para siempre.

Quiero de ti el aroma, las caricias por debajo de una mesa,  hacer el amor en la penumbra, la emoción de lo prohibido.

No habrá marcas ni dolor ni pérdida,  en lo sucesivo yo me dejaré de cobardías y tendré un amante cotidiano con el que haré el amor a diario,  daré paseos en bicicleta y visitas a sus padres; en lo sucesivo quizá tu tendrás hijos y decidirás respetar los sacramentos; en lo sucesivo nos dejaremos de lado, seremos sombras en la fotografía mal tomada de un cumpleaños ajeno.

Somos, más bien una contradicción en apareamiento, un flujo de corrientes opuestas en un campo gravitatorio que se descompondrá con las lluvias solares y las auroras boreales.

Se que jamás te habría conocido por lo tanto no existes, quizá nos habríamos cruzado disimuladamente sin prestarnos demasiada atención, en algún teatro; pero rara vez los actores nos mezclamos con el público en la vida cotidiana.

No soy nada en lo que crees y no cambiaría por nadie lo que soy, mi caos es mi reino, el aislamiento de mis partes íntimas y trascendentales; lo que me hace "yo" sin ser otra cosa y eso, eso me mantiene viva.

No te preocupes de más, no me tomes tan en serio, no me desatiendas como si importara de alguna manera dejar de hacer algo que per sé   no se está pidiendo.

Disfrútame tanto como yo lo hago contigo, bebe de mi hasta el hartazgo como haré yo si me dejas, cógeme sin preámbulos aburridísimos y copeos poco trascendentes que al final darán el mismo resultado.

Dime lo que pase por tu cabeza, eructa la mierda que nunca sacas, dame esa cara tuya que te compromete en tu mundo al que no quiero pertenecer, habla de lo que quieres y jamás harás, dime lo que te enmudece en los pasillos de tu casa nupcial, pídeme un deseo; que después ya me habré ido y no habrá más isla.

Porque después es lo más tarde de todo lo tarde que algo puede ser y arrepentirse la peor  de las penitencias.