viernes, 18 de julio de 2014

El orgasmo de las chicharras (poner audio y luego leer)



Estoy levantando mis escombros acomodando el rompecabezas de mi mente; con el brío del viento sobre los árboles y el sol de las 3 de tarde, los recuerdos atados a la muñeca, para no olvidarme, para pisar de nuevo con más fuerza, para saltar con más cuidado, para sonreirle al otro que pasa, al otro que no soy yo, para darle la mano a un perro o arrodillarme en una capilla aunque no crea en ese dios, aunque carezca de sentido.

La noche te regala la calma de la soledad, el sosiego de tus pensamientos, la visita de tus fantasmas ese aliento de ausencia que te arropa.

Me contemplo en el vaivén de las hojas, frágiles y hermosas, susurrando, siempre susurrando, siempre algo lejano, siempre mudo como el sonoro canto del río que fluye siempre sobre las rocas y pese a ellas y para ellas.

Me gusta el orgasmo de las chicharras en verano con esa sensación de muerte triste y hermosa acompañándolo, por eso lloramos o reímos o nos contemplamos, para no olvidarnos de la muerte, para saber que estamos, aunque sea un segundo, unidos para siempre y luego nada; luego de nuevo la soledad de un cuerpo; ellas,  las chicharras, no sabrán jamás este doloroso destino, no sentirán la tristeza del cuerpo que fuiste, no contemplarán el abismo en los ojos del otro, no darán la mano a un perro ni pasearán a las tres de la tarde, no necesitan atarse a la muñeca el señuelo de sus pensamientos, porque no lo necesitan, porque son el sonido del viento, el árbol que canta, el fluir del río, las hojas que caen y la muerte que las acoge. 


2 comentarios:

nothingview dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
nothingview dijo...

Quien fuese chicharra, una muerte feliz asegurada.