miércoles, 18 de marzo de 2009

espejos, puertas, copas: por S

el lugar lleno de humo, los hombres con sombrero que se deslizan como fantasmas sobre la duela, copas, champagne, vino, más humo, los ojos pesados de la mujer, se cierran tras la cortina de humo en un parpadeo lento y continuo, la falda sobre la rodilla, el pequeño sombrero cubriéndole una porción del rostro, el hombre de gris la mira pero ella no lo sabe, sólo está ahí, sentada en la barra, los labios de un rojo profundo manchan su copa burbujeante, el hombre la sigue con la mirada, ella enciende otro cigarrillo largo, el sonido de la cigarrera de metal sólo existe en la mente del observador, las medias perfectas, un poco de esa tenue línea que las separa de su sexo, el hombre camina se sienta junto a ella, ella lo sabe pero no voltea, el hombre la sigue mirando, ella no le conoce o eso parece, ella se levanta, el la sigue con la mirada, el cuarto de baño está al fondo ella se pierde entre el humo y la gente.
el espejo del tocador le revela su rostro triste y profundo, sus senos están templando, esa sensación cálida y cosquilleante entre las piernas, el cigarrillo se le cae de los labios húmedos, los dedos no han podido sostenerle, se sonroja, sus dedos tocan las costuras del nailon, , la falda de un ocre bellísimo, los tacones altos, crema enmarcan unas piernas suaves y redondas, sin darse cuenta, mira detrás suyo en el reflejo, el está ahí mirándola de nuevo, deseándole, tanto como ella le desea, nadie dice nada, la falda se ha levantado, el liguero de fino encaje está a la vista, no hay ropa interior, no hay ruidos ni luces, el borboteo del agua y el carmín que ha manchado el espejo empañado, algo baja por sus piernas llena de codicia, en el espejo sólo las marcas de la pasión, en el suelo ella que aún conserva su sonrisa la única de la noche quizá de su vida, en sus dedos un anillo, en su mano ahora helada un pañuelo, su perfume fresco aún inunda el baño, el aroma del sexo, la sangre y sus labios que han quedado marcados para siempre en el reflejo del ojo inquisidor, el espejo de un baño, las puertas y las copas, testigos natos de la violencia del amor.

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