no se por que pero persigo una sombra, una sensación, un deseo, eso que se me atora en la garganta, yo tampoco duermo, y cuando consigo cerrar un poco los ojos para descansar, me levanto de golpe con tu rostro reinventado entre mis párpados.
me asfixio de la noche, abro la ventana para respirar, para salirme de ti de tus ojos, salgo de mi piel, dejo que se desgarre y cuelgue por mi ventana, la gente no mira, de hecho la gente no mira a nadie, yo tengo esa pesada costumbre de mirar a todo el mundo fijamente, un día alguien me va a dar un balazo, espero que seas tu.
la carne se me atora como bola de pelos en la garganta, de hecho quizá si sea una bola de pelos, esto empieza a ser inquietante, las letras se me disuelven entre los dedos, y yo persigo la sombra como si de ello dependiese mi vida, como si al encontrarte pudiera regalarte la frustración y el engaño, a cambio de nada, de mi cuerpo que es nada, no entiendo porqué sigo, porqué no despierto de una vez por todas entre tus piernas y me quito de pendejadas, hoy me sentí libre deseando bocas y ojos de extraños, se mi extraño,conviértete en el murmullo de la noche, escapa como un vagabundo vulgar desde mi puerta, explótame dentro, déjame sangrar a gusto, saborear tu aliento alcohólico, degustar los paladares marchitos de la madrugada.
en mi sueño camino por mi barrio antiguo, por las calles conocidas de mi infancia que ahora son tuyas, que se crecen en tu rutina, que te miran en vivo, sin contraluces, yo camino por ahí, y llego al café chino de Rosales, la mujer vieja está aún en la barra con su flor en la cabeza, quiero apretarle su cráneo de quinceañera envejecida y destrozarlo, no lo hago sólo bebo mi café y fumo aunque no se pueda, la miro fijamente, tal vez ella sea la que me dispare, espero su reacción, no saca nunca la pistola de su delantal amarillo, le paso el dinero, lo toma, salgo de ahí y los pelos en la garganta me provocan nauseas unas lágrimas quizá por el vómito han salido de mis ojos, tal vez si disparó y ahora estoy llorando por mi.
en mi sueño te veo a lo lejos, quiero llamarte pero la calle me lo impide, me mira con sus ciegas ventanas, con sus ojos vacíos, mi voz se la traga el monstruo de las cloacas, seguro lo conoces aun que sea de vista.
en la mañana no queda nada del sueño ni de ti, otra vez la sombra que persigo, otra vez miles de estúpidos nombres , ninguno me dice nada, nadie eres tú, de nuevo duermo o lo intento y de nuevo me despierta tu rostro que habita entre mis párpados.
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