clandestinamente, en un bar, sólo, o sólo bebiendo como cuando ya no queda nada detrás pero sigues buscando eso que ya no existe o que quizá, y es lo más seguro, jamás existió.
de todos modos los bares son más parecidos a una casa, se llenan de historias vagabundas, cuentan secretos, guardan vidas, simulacros, rostros, piernas entrelazadas como serpientes, manos, ojos, bocas; todo como masas ardientes en el fuego de la noche o de la madrugada o del tarde. Igual no hay ventanas, ni catalejos, ni gente bien.
en mi experiencia las putas y lo borrachos no juzgan, están ahí como cuadernos en blanco, ayudándote a tragar la mierda del mundo, burlándose con su cinismo de tu vida común, de tu paso común y tus amantes comunes que te exigen siempre algo; siempre eso… que esperan con los corazones palpitantes ser el horizonte total, cocineras frías, amantes pretenciosos y madres abnegadas, me doy asco, asco como me da asco la puta vida y el camino a mi casa y esta mierda que es el amor.
pero sigo y no me detengo y bebo más y me dejo llevar por la velocidad del etanol
y maldigo a alguien y lo venero al mismo tiempo, es nada, siempre es nada, sólo que los que son distintos siempre son iguales a todo lo demás, siempre seguros, derrotados, complacidos de mentiras y promesas.
yo los pierdo por eso, por que no prometo, por que busco un cómplice, alguien que se rompa los huesos conmigo y se vaya y vuelva y ame y coja como se debe y con quien quiera, que no mienta, que suba conmigo y se deje caer antes o al mismo tiempo.
la verdad es dura, la cobardía es la excusa perfecta, la delicadeza y el cuidado, las palomitas aderezadas con palabras dulces que se tragan y se defecan.
cómplices , esa es una mejor definición, aquí todos somos cómplices,
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