lunes, 12 de septiembre de 2011

Ya era hora

Se me terminan las palabras, acabo por pensar en cosas sin sentido y baldes de agua fría,
somníferos: placeres que se confunden con el humo del día/noche perdido entre black-outs a los que me estoy acostumbrando.

Busco degradarte, perderte el respeto, dejar de admirar sombras confusas de una historia pasada, de cuentos escritos sobre camas prestadas y azoteas que apenas conocemos.

Me escribo tu recuerdo en partes, le doy la vuelta, quiero de veras pero me pierdo en la confusión que soy entre el espejo y tus manos y algo de humor negro en el aire ya de por sí pesado. En la habitación ya de por si clandestina.

Nos usurpamos:
- ¿por que habrías de querer ponerme a prueba?-

seguramente es mas seguro abandonarme para siempre,
dejarme que se me olvide lo que ya casi no recuerdo,
escupirme en la cara,
no volver a mirarme.

dadas las circunstancias creo leer erróneamente la novela, las letras me las estoy tragando chuecas
- pásame la botella que se me atoró una frase-

lo leí todo mal y ahora trato de vomitarlo; absurdamente porque dejé de conversar con el retrete a los 19 años; ya no me sabe igual el hambre, la desidia y el desvelo.

Dejaremos en paz el libro, pero no puedes mandar a la verga a los que me invitan cafés y me escuchan por que quieren, mientras compro su tiempo con una sonrisa y algo de placer de ese que no me cuesta dar por que ya no me queda nada que perder.

Démonos la mano; la hermandad me complace; si eso te hace dormir un poco cerca, respirar la misma atmósfera, mirar de pronto los mismos pasillos y las calles compartidas, démonos la mano,
-camina derecho Que yo te sigo, de cerca-
pero con las distancias prudentes, tocando de vez en cuando tu rodilla tan sin querer, tan distraídamente.
-¿tan "amigos" como siempre?-

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