lunes, 18 de mayo de 2009

A mi Ana, (a la que todas amamos tanto, a la que le debemos tanto)


foto: paula balbi


Tía, hermana, a veces madre, a veces hija; amiga siempre,
tu silencio final me recuerda los domingos grises con los que no sabes que hacer y te estremecen;
quiero tu voz profunda y tus ojos grandes;
quiero nuestras tardes entre el café y el humo, sondeando a los espíritus, persiguiendo el futuro;
quiero las noches en tu cuarto, cuando nadie estaba salvo tu para escucharme;
quiero las risas en la cocina, el café de la mañana,
tus amores lejanos, tus arranques;
quiero robarte el encendedor y que me enseñes a leer a Bukowski;
que me compartas tus letras y me corrijas las mías;
quiero un sólo día más para charlar de nada y de todo.
Un día más para darte gracias por estar, por estar siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al Infinito y más allá!!!


una vida así siempre se debe conmemorar!


en su honor!