viernes, 9 de marzo de 2012

sin título 1

Hay esa rareza de lo que no existe; de pronto todo tú, de pronto nada, como si aún nos pesara el ordenador entre las piernas, como si lo que percibo no es tu aliento del día entero, tus ojos cansados, tu cuerpo que espera, la ansiedad en nuestros labios.

Me quedo inacabada, con la sensación del vértigo sin la caída, con las ganas atoradas en el pecho.

Ganas de verter mi tinta sobre tu cuerpo, destrozar la silla, beberte a sorbos; ganas de sentirte más cerca, más tus manos sobre mis caderas, más tu boca cortándome el aliento, más tus ojos que no puedo mirar largamente por que queman.

Hay esa rareza que sólo da el miedo compartido, que asfixia de ganas, que corta el aliento; las mariposas aun revolotean en mi estómago, me regresas a la adolescencia, me vuelves insegura e intranquila.

Me recuerdas que siento, que quiero, que deseo; que la caída duele y que no me importa romperme cien veces los huesos de las piernas.

Me recuerdas también otros tiempos, épocas viejas de cajetillas de cigarros sin terminar, de largas noches de conversaciones, de música que quiero conocer, de olores que me gustaría recordar.

¿de dónde viene el miedo?, me pregunté ayer mientras la lluvia mojaba mi cara, quise regresarme y decirte que no temieras, que la que vive en el límite de la muerte soy yo, que no tiene que importarte mi vida, que estas seguro, que puedes decirme adiós cuando te plazca, que puedes retirarte del juego, que puedes llevarte incluso la apuesta.

 Pero no pude me quedé parada en la entrada de la librería de espaldas y sentí el hermoso temor que te regala sentir, sentir de nuevo, amplia y apasionadamente sentir de nuevo.

( nota:  hasta ahora me doy cuenta ni siquiera conozco tu nombre)

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