Procuro que no me afecte, existe un artefacto que me reduce a maquinaria barata de cafetería.
-dos expresos por favor sin crema, con tres de azúcar-
lo procuro de veras pero me da la impresión de lograrlo solo por lapsos de tiempo
o a veces ni siquiera eso, solo sigo en la contemplación del espacio vacío, las flores que se marchitan, el cuadro naranja, un destello de luz en la ventana del fondo de la oficina vacía a las seis de la tarde.
hoy voy a saltar por la azotea del edificio, dejaré que el cuerpo flote, que las vísceras se expandan como en una cápsula antigravedad, el espacio y el tiempo yo me lo invento, le dejo la caída a los que no se acuerdan de volar.
¿tu te acuerdas, por cierto, de cómo volar?, seguro ya haz olvidado el espacio que creamos entre la catedral y la casa de los leones; allá lejos dónde se veía el árbol de navidad del parque con sus lucesitas hipócritas y la neblina que nos transportaba medio muertos, medio sonámbulos; en un vaivén de notas como de un piano lejano sobre los tejados del centro.
yo no recuerdo como volar contigo, ahora vuelo sola en mi sueño recurrente, en esa fábrica con los artefactos que al mismo tiempo me vuelven una cafetera con filtro y todo; el pasto que crece y me acaricia la panza.
Volar se olvida, eso no es como andar en bicicleta, se olvida por mera consciencia de la naturaleza, para evitar el tráfico de cuerpos en la estratosfera; porque si no se olvidara de nada valdría tampoco aprenderlo, no tendría nada de especial y tú y yo no tendríamos que recordarnos en el deseo del aire entre los dedos, con las caras mirando el horizonte, con las piernas extendidas, como pájaros o cuervos o peces.
como te dije lo procuro aunque no siempre lo logro, a veces caigo irremediablemente. Hoy saltaré de la azotea del edificio, espero de veras no haberme olvidado de como volar.
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