viernes, 2 de marzo de 2012

Gea


Gea, emergiendo húmeda, desde la liquides que la rocia, emergiendo desde las aguas del Tártaro, la veo escabulléndome entre las ramas y el escombro del caos, escondiendo la vergüenza de la ignorancia, pezones perfectamente rectos, excitados, hermana de cronos que me embeleza entre las orquídeas de sus piernas y vientre fértil esperando mi esperma de imperfección cósmica, te temo Gea madre de las amazonas de Lesbos por eso me escondo yo hijo primogénito del caos, incestuoso hermano que te desea entre el enramaje, miro tus muslos resquebrajados por el espejo líquido, tu masturbación austera, la nitidez de tus manos entre tus piernas, sabes que te miro hermana, sabes que el deseo se acrecienta desde lejos, siento como mi miembro se endurece con tus minúsculas formas acuáticas, frutos de la pradera, madurez de tu sexo húmedo, el ojo que llora el origen, madre de la pitón, que serpentea ante tu vientre, incauta, te levantas de entre tus ropas líquidas, el agua se desviste de ti, te desnuda, desprende sus dedos envidiados de tus muslos desnudos, Gea hermana y madre culpable de los deseos del Edipo que aun no nace, tierra y cielo que se engrandecen en tu figura, atardecer, te temo y te deseo, odio mi fragilidad caótica, la incertidumbre que soy, que he sido, el derrumbe de los deseos del vacío del que somos parte, al que volveremos, soy el error primogénito. Tu la perfección del todo y con el todo naces, para ser nada, para arremeterte sobre mis huesos inexpertos, animalismo puro, instinto denigrante, veo tus senos adormeciéndome, meciéndome entre sinuosidades y excentricismos caigo en el sueño edípico de tus caderas y laberintos vaginales, orgasmo etéreo, miedo a destrozarme con tu virtud que castiga y derrota, dama mía hermana plumífera volátil, te has ido, ahora puedo beber tranquilo.

Respiro agitado, turbulento trote entre las espinas, se que me sigues, ahora tu eres la observadora la que asecha entre las ramas, me excita temerte, sudor frío deslizándose por la columna vertebral, casi te oigo respirar a mis espaldas, el sonido de su cabalgata exorcismo de las ramas en el piso, hermanas de Hipólita, desnudas hijas de cronos, el tiempo es suyo, la tierra que se levanta a su paso de anacondas, me buscan, se que saben que les temo, saben del odio y la angustia el sudor poco sublime del hermano maldito, corro, corro y tropiezo entre arañazos y rocosas cuestas, el río guía mi paso y el peso de mi cuerpo poco etéreo adelanta la cacería, hermanas, malditas arpías, furias enrojecidas por el sexo, pezones endurecidos ante el éxtasis del apareamiento , puedo sentir la espuma subiendo, escalando mis entrañas, no corro vuelo ante el deseo de la desaparición, del alcance, del tacto con la figura deseada, se que me siguen, recorren sus perfumes vaginales los espacios vacíos, el bosque es suyo igual que mi cuerpo desnudo y dispuesto, aun me duelen las piernas y los brazos, las plumas de sus flechas, se deslizan cortando mi piel de frágil porcelana, enardeciendo mi deseo, el agua cuida de las desprotegidas almas, eterno castigo, las veo, las veo ya desde mi espalda, su aliento de flores culminadas calando mis huesos devastados, o castigo y maldición que me bendicen, senos que son míos por que no los toco porque el sol es su predecesor, por que son el fuego y la nostalgia de mi voyeurismo, flores, carnívoras depredadoras, plantas de hermosas espinas envenenadas, mi paso se va fatigando mis ojos se nublan estoy a punto de ser alcanzado, ya mi cuerpo siente el sexo húmedo mojando la entrepierna, puedo olerlo puedo ver los minúsculos trazos de su elixir mortífero tiñendo los muslos desnudos, puedo sentir mi miembro desesperado angustioso y malherido, deseándolas deseando a una que son todas. Los arbustos se mueven, no corro mas, silencio, el aterrador silencio de la caverna de Eco, herencia de la temerosa ninfa, de la celosa hija de Pan, ella lo crea para esconder a sus hermanas guerreras, silencio, no viento, no aves, solo el minúsculo atardecer del exilio, respiro, el sol quema mis carnes malheridas y deseosas, se que están aquí, puedo sentir escabullirse sus sombras por mi entrepierna que ya esta lista, que las espera, entre el terror y deseo de sentir sus bocas y sus jugos, de probar el veneno de la Pitón que yace en la espera de su presa, respiro, se que detrás mío se encuentran ellas, se que delante algunas observan como panteras exóticas, que se masturban con mi jadeo de simio deslenguado, media vuelta y ante el ocaso un cuerpo cortado por la luz que lo enmarca, le hace misterioso, es ella, enorme, desnuda, excitada ante la victoria, el venado ha bajado la vista ante la sensación de la flecha que se le dirige, yo he bajado la vista y ahora peleo a gritos sin sentido, sabiendo mi derrota sin rendirme sabiendo mi ambición entre sus piernas y rechazándola, empujo y gimo y le hablo en mi lengua muerta, mientras ríe, de los lados sus hermanas, las ninfas de Gea, creadora del todo, hermana mía que soy sin nombre, tu columna, perfecto pilar que sostiene tu templo de carnes y lujurias, ante mi joroba lívida y jadeante, deseas mi sexo, deseas la inseminación de las tuyas, el placer de mi deformidad, el placer de verte en el espejo Líquido siendo poseída por un mounstro, siento mi llanto y mis gemidos de estimulantes, de simio temeroso huidizo, deseoso de tus caderas, disposición de mi boca pobre ante tus senos como los montes de los dioses, a imagen y semejanza la voluptuosidad tuya ante la tierra en la que estoy parado, lloro sin recibir tu compasión, por que no me la tienes, porque la lástima de mi cuerpo deformado excita tu precioso clítoris que ahora crece, y me llama como los colores de las serpientes a los pájaros en el invierno, promesa de un cobijo en tu cuerpo de diosa, trampa, te acercas gea y me tocas, con delicadeza y compasión das un sentido al crecimiento de mi miembro irreverente, de mi músculo del que dispones, del deseo de poseerte, para ser poseído, tu mano esta tocando la húmeda promesa, se que lo haces, veo tus dedos húmedos, siento el calor que emana de tu boca que es el sexo, que es la delicia prometida, tengo miedo lo se por que tiemblo ante tus pezones que al fin están entre mis dedos, tus hermanas observan cada una desde su puesto de hija pequeña que aprende de la madre a cazar al hombre a cazar al animal que las rodea y la excita, me duele hermana, y me gusta el flagelo de tus dedos húmedos de ti sobre mi cuerpo. Ahora me tienes rendido, rendido y excitado, tu sobre mi como siempre lo has estado como siempre ha sido, sonríes de compasión ante mi inmundicia, sonríes de placer cuando sobre la piedra logro entrar a tus entrañas y gruño y maldigo en mi lengua que se agita con tu nombre que no pronuncio, bellísima sobre las aguas tu existencia mi cuerpo decadente poseyendo cual bestia la hermosa flor que me das de premio que me abastece que me enreda, tus senos blancos tu rostro de ave infinita, llegas a tu éxtasis entre mis piernas desmembradas, ante mi sexo que sangra Venus en tu cuerpo llegas al olimpo etéreo, yo me quedo tu vuelas y yo aun poseo tu cuerpo vacío, jamás conoceré el sitio a donde viajas pero se que puedo destrozarte con mi furia de hermano penetrando, asaltando tu cuerpo con el odio a tu hermosura nínfica ínfima alterante, un trueno me recorre la columna, tus hermanas me separan sin resistencia, mi miembro conoce el frío después del doloroso placer en tu cuerpo, te llevan lejos, se van contigo que aun no estas llevan tu cuerpo letárgico a los confines del paraíso, yo quedo solo, solo y delirante ante tu olor que conservo que se extiende entre mis convulsiones y llantos y cansancio, frío atardecer de primavera, ahora puedo dormir tranquilo.

Te observo hermana después de días entre divagar y reencontrar mi patética existencia, de nuevo tu cuerpo desnudo, de nuevo tus dedos entre tus muslos, de nuevo las hojas escondiendo la vergüenza de mi origen, de nuevo extasis de sentirme depredador ante la mentira de acechamiento pasivo que eres en el río cada vez que decides que es tu hora, cada vez que decides que en la tierra el cuerpo seco, siente nostalgia de ser fértil, yo espero tu llamado hermana y disfruto mi soledad entre los arbustos hasta que otra vez tenga que correr, hasta que de nuevo huya de tus encantos, hasta que el mundo acabe hermana estaré esperando la flecha latigante que es tu cuerpo.

No hay comentarios: